En México, la violencia de género sigue siendo una herida abierta que atraviesa generaciones, territorios y realidades cotidianas. Sin embargo, el verdadero desafío no solo es su prevalencia, sino la brecha de comprensión que aún persiste: aunque 7 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de agresión, gran parte de la sociedad aún no logra nombrarla, reconocerla o actuar ante ella. Esta desconexión entre lo vivido y lo comprendido tiene profundas implicaciones sociales.
De acuerdo con Forbes, el reciente Índice de Concientización sobre Violencia de Género, elaborado por Fundación Instituto Natura y Avon, expone una verdad incómoda: únicamente el 15% de la población mexicana sabe cómo identificar la violencia de género, entender sus manifestaciones o responder adecuadamente. Los datos del estudio no solo nos invitan a una reflexión urgente, sino a repensar cómo construimos sociedades emocionalmente conscientes y capaces de proteger a quienes más lo necesitan.
Una sociedad que aún no logra identificar la violencia de género
Aunque diariamente se escuchan relatos de mujeres que enfrentan agresiones físicas, psicológicas, sexuales o económicas, el estudio reveló que solo un pequeño segmento de la población tiene claridad sobre su significado.
Apenas un 15% alcanzó niveles altos de concientización, mientras que un 41% mostró niveles medios o bajos y un 43% reportó una comprensión muy baja o prácticamente nula.
Esta realidad confirma una preocupación que especialistas expresan desde hace años: la violencia no solo se ejerce, también se normaliza. Como advirtió Silvia Ojeda, directora de Fundación Instituto Natura, “si no nombramos la violencia, la perpetuamos”. En un país donde la desconfianza en las instituciones es constante, comprender la violencia es el primer paso para visibilizarla y desarticularla.
El 13% desconoce los tipos de violencia: una deuda informativa
Entre los hallazgos más alarmantes destaca que el 13% de la población no sabe distinguir los tipos de violencia existentes. Esta falta de claridad limita la capacidad de identificar la violencia de género en entornos cotidianos —desde las dinámicas familiares hasta los espacios laborales— y obstaculiza la prevención temprana.
A ello se suma otro dato crítico: el 30% de las y los mexicanos no conoce ninguna ley de protección hacia mujeres y niñas. Para activistas como Olimpia Coral Melo, este nivel de desconocimiento es una señal de riesgo porque “no se puede defender lo que no se conoce”.
La ausencia de información convierte a las víctimas en personas aún más vulnerables.
Si bien la falta de conocimiento generalizado es preocupante, el estudio también ofrece una luz de esperanza. Cuando una mujer logra reconocer que está viviendo violencia, la comprensión del problema aumenta del 54% al 86%. Este salto evidencia que el acompañamiento emocional y la información son determinantes para romper ciclos de abuso.
La muestra representativa del estudio —2,212 personas encuestadas con un 95% de confianza— confirma que la concientización no es un acto espontáneo, sino un proceso que requiere diálogo, educación y herramientas claras. En este sentido, impulsar entornos donde mujeres y hombres puedan identificar la violencia de género es un compromiso ético y social.
La violencia más allá de las cifras: una experiencia transversal
Los datos del Inegi subrayan que más del 70% de las mexicanas mayores de 15 años han vivido al menos un tipo de violencia, siendo la psicológica (52%), sexual (48%) y física (35%) las más frecuentes. Estas cifras, lejos de ser solo estadísticas, representan historias de vida marcadas por silencios, miedos y resistencias.
El comunicado del índice señala que este diagnóstico “no es un cierre”, sino el inicio de una conversación colectiva que debe trascender noviembre. Construir una cultura donde podamos identificar la violencia de género implica participación social, políticas públicas efectivas y una narrativa que coloque la dignidad y la seguridad de las mujeres al centro.
La violencia de género no es únicamente un problema estructural; es también un desafío de percepción y entendimiento. Cuando la mayoría de la población no logra reconocerla, se generan vacíos que impiden la denuncia, la protección y la construcción de comunidades seguras. Por ello, la educación y la concientización deben convertirse en pilares de cualquier estrategia de transformación social.
Hoy, más que nunca, México necesita fortalecer la alfabetización emocional, jurídica y social sobre este tema. Abrir la conversación, visibilizar el problema y fomentar la capacidad de reacción no solo empodera a las mujeres, sino que redefine la responsabilidad colectiva. Reconocer, nombrar y actuar puede ser la diferencia entre perpetuar la violencia o construir un país donde la igualdad sea una realidad tangible.
EXPOKNEWS

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