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Por Antonio Gershenson.- La enorme ignorancia oscurantista de Trump patea a su propio pueblo. El discurso de un asesino en la ONU. Dan la espalda a Israel millones en el mundo por el genocidio en Gaza. La amenaza mundial de los sinvergüenzas emisarios del fascismo hitleriano. La putrefacta diplomacia neoliberal. La propuesta de México de eliminar el derecho al veto, una medida válida en contra de la práctica cínica a favor de la impunidad. Los discursos de Gustavo Petro a favor de la paz y del saneamiento ambiental. ¿Por dónde empezar? 

“Qué clase de paz buscamos, hablo de la paz genuina. Del tipo de paz que hace que valga la pena vivir aquí. No sólo en nuestro tiempo, sino paz todo el tiempo. Nuestros problemas son creados por el hombre y pueden ser resueltos por el hombre. Porque, a final de cuentas, nuestro vínculo básico es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Atesoramos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales”. John F. Kennedy. En el mismo sentido, recordamos el importante discurso del comandante Fidel Castro en la Asamblea de Naciones Unidas, el 12 de junio de 1992, a favor del ambiente “... Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre… desaparezca el hambre y no el hombre”. 

El discurso del presidente demócrata, pronunciado después de la crisis de octubre de los misiles soviéticos en Cuba, es una parte de la historia estadunidense que no ha leído ni la entendería la mayoría del actual gobierno republicano de Estados Unidos. Y mucho menos han de conocer las del presidente de Cuba. 

Las provocaciones del presidente Trump son preámbulo de una peor escalada de agresiones y hostigamientos para generar temor. Quiere demostrar que es merecedor del Nobel de la Paz porque ha detenido algunas guerras, aunque, matando a diestra y siniestra, por aquí y por allá. Es decir, Trump primero nos pega y después pide hacer las paces. 

El poder que el derecho al veto dio a dos países, específicamente, Estados Unidos e Inglaterra, ha generado la dominación déspota e irracional hacia naciones que no se han sometido a las reglas neoliberales de estos dos gobiernos, casualmente, de los más poderosos económica y políticamente hablando. Ya los conocemos. Estos dos gobiernos, abiertamente, han encabezado conflictos bélicos y abusos económicos, como pocos en la historia. 

La creación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tuvo como meta garantizar el equilibrio político para impulsar y mantener la paz mundial. Se trataba de detener cualquier surgimiento y avance de conflictos de todo tipo, especialmente los bélicos. Sin embargo, las opiniones se fueron dividiendo de acuerdo con los intereses básicamente económicos de los integrantes del Consejo. Y, como muestra, un botón: una de las injusticias más evidentes causadas por el derecho al veto fue, y sigue siendo, la suspensión del bloqueo económico a Cuba. Cuando en Asamblea General la mayoría de los países votan a favor de eliminar la sanción, ha sido el derecho al veto por parte de Estados Unidos e Inglaterra la causa de que el pueblo cubano continúe sufriendo esta situación criminal por tiempo indefinido. Y ¿qué decir del veto a Israel por el genocidio en Palestina? Netanyahu tiene una orden de aprehensión y la Asamblea de la ONU le dio la libertad de pronunciar un discurso fallido en ese recinto creado para resguardar la cordialidad entre los pueblos. 

El poder de una opinión avalada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es inequitativo. El derecho al veto ejercido exclusivamente por los cinco miembros permanentes del Consejo (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) ya ha dejado de ser una medida de protección en contra de los intentos de provocar guerras u otro tipo de sanciones injustificadas. Por esta razón, la propuesta del gobierno mexicano a favor de la desaparición del derecho al veto es apropiada y necesaria. 

El pasado jueves 25 de septiembre, durante el debate de la 80 Asamblea General de Naciones Unidas, el canciller Juan Ramón de la Fuente propuso uno de los cambios más importantes a lo largo de la historia de la ONU. El derecho al veto debe desaparecer, ya no cumple con su función protectora. Al contrario, se ha convertido en un arma de aislamiento diplomático para aquellos países, o propuestas, urgentes de resolver. Uno de estos asuntos es el rechazo de potencias como la estadunidense para avanzar en la importante campaña para enfrentar el cambio climático e invertir generosamente en proyectos y programas a los que cualquier país que los solicite, tenga acceso. 

Estamos hablando del derecho a la vida sana y de salvar al planeta, único hogar con el que contamos. Estamos hablando de paz mundial y de libertad. El argumento es válido y no una ocurrencia de los gobiernos de la 4T, como suele opinar la oligarquía mexicana. El compromiso que debemos asumir, no sólo la Organización de Naciones Unidas, sino también otras afines, es dirigir los programas hacia la construcción de una economía con base en la justicia económica y la igualdad de oportunidades. 

De acuerdo con nuestro personal punto de vista, no sabemos si la ONU, prácticamente cooptada por los países neoliberales, podrá asumir la tarea de procurar justicia social para todos. Amerita la expulsión del Consejo de Seguridad de aquellos países generadores de agresiones económicas, violación a los derechos humanos e impulsores de genocidios. La desaparición del derecho al veto será un paso decisivo para lograr la paz que tanto necesitamos. Enhorabuena por la propuesta mexicana. 

(Colaboró Ruxi Mendieta) 

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