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La informalidad laboral en México alcanzó en julio un máximo histórico, afectando a 34.1 millones de personas. Este repunte mensual, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), es el más alto en cuatro años, resultado de la incorporación de 1.1 millones de trabajadores a esquemas sin seguridad social ni prestaciones.

El problema no es solo de empleo, sino de calidad: aunque la población ocupada creció por sexto mes consecutivo, la mayor parte de estas plazas carecen de condiciones dignas. Expertos advierten que la informalidad erosiona la estabilidad de los hogares y expone a millones de trabajadores a riesgos financieros y sociales severos.


Un incremento histórico en la ocupación informal

La informalidad laboral en México registró en julio un aumento de 1.3 puntos porcentuales, alcanzando el 56.1% de la población ocupada, su nivel más alto desde diciembre de 2021. Este comportamiento revela que la creación de empleo se concentró casi por completo en el trabajo informal. Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base, subrayó que:

“Aunque pueda tenerse alta generación de empleo, estos no son de la mejor calidad y representan un punto vulnerable para los hogares. El hecho de que aumentó el empleo, pero se observó un incremento elevado en la informalidad sugiere que los nuevos empleos son de mala calidad en materia de formalidad, prestaciones, y seguridad social”.


Esto coloca a millones de hogares en situación de vulnerabilidad.

La debilidad en el empleo formal es evidente: solo en el segundo semestre, se perdieron más de 530,000 plazas con prestaciones, mientras que en lo que va del año la cifra asciende a 812,519 puestos eliminados.


Desplazamiento hacia ocupaciones precarias

El balance laboral en julio muestra un crecimiento total de 632,592 plazas, la mejor cifra de los últimos 12 meses. Sin embargo, el incremento se concentró en trabajos por cuenta propia, no remunerados o de microemprendimiento.

El trabajo no remunerado lideró la creación de empleos con 345,387 plazas, seguido del autoempleo con 298,623 y los pequeños empleadores con 225,286. En contraste, el trabajo subordinado perdió 236,704 plazas, sumando dos meses consecutivos a la baja.

Por sector, la industria incorporó 586,940 personas, con la manufactura como motor principal. Agricultura, pesca y ganadería sumaron 256,206 nuevos trabajadores, mientras que los servicios registraron una pérdida de 254,767 plazas, especialmente en transporte, servicios profesionales y sociales.

Este desplazamiento refleja que los nuevos empleos no ofrecen estabilidad ni acceso a beneficios laborales, acentuando el peso de la informalidad laboral en México sobre la fuerza de trabajo.


Subocupación y desempleo: señales de fragilidad

La subocupación —personas que requieren más horas de trabajo de las que tienen— alcanzó 4.4 millones de ocupados, equivalente al 7.3% de la población laboral. Aunque descendió ligeramente respecto a junio, sigue por encima del nivel observado a inicios de año.

En paralelo, la tasa de desempleo llegó al 2.8%, la más alta en 14 meses, tras la incorporación de 72,542 personas a la población desocupada. El desempleo extendido también aumentó levemente, pasando de 10.2% a 10.3% de la fuerza laboral potencial.

Janneth Quiroz, directora de Análisis Económico de Monex, señaló que “el repunte en la informalidad refleja fragilidad, incluso si la tasa de desempleo se mantiene relativamente baja”.

Estos indicadores combinados evidencian un deterioro en la calidad del empleo, donde el crecimiento de la ocupación no implica mejores condiciones de vida.


Un reto estructural para el país

El avance sostenido de la informalidad laboral en México plantea un desafío para políticas públicas y estrategias empresariales. La generación de empleos sin formalidad limita la productividad, frena la recaudación fiscal y compromete la cobertura de seguridad social.

Si bien algunos sectores —como la industria manufacturera— muestran fortaleza, la absorción laboral ocurre mayormente en actividades con baja regulación y escasa protección para los trabajadores.

Expertos coinciden en que la informalidad responde a la falta de incentivos para contratar formalmente, los costos regulatorios y la rigidez del mercado laboral. Abordar estas causas estructurales requiere coordinación entre gobierno, empresas y sociedad civil.

Sin reformas profundas, el país podría enfrentar un círculo vicioso: mayor generación de empleo precario, menor bienestar y creciente desigualdad.


Un problema urgente y sistémico

La informalidad laboral en México ya no es un fenómeno temporal, sino un componente persistente del mercado de trabajo. El crecimiento del empleo sin prestaciones, salarios dignos ni seguridad social representa una amenaza directa para la estabilidad económica de millones de familias.

Atender este problema exige políticas integrales que combinen incentivos fiscales, fortalecimiento de instituciones laborales y programas de capacitación productiva. Sin estas acciones, la recuperación económica seguirá sustentándose sobre cimientos frágiles, donde el empleo crece… pero la calidad se desvanece.

ExpokNews

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