La desaparición de colmenas en México se ha convertido en un fenómeno que preocupa tanto a científicos como a agricultores y líderes comunitarios. Durante los últimos diez años, más de 301,000 colonias han desaparecido, según estimaciones de la Alianza Maya por las Abejas, sin que exista un registro oficial consolidado. La mortandad masiva afecta no solo la producción agrícola, sino también la biodiversidad y la cultura de comunidades que dependen de la apicultura.
Los eventos recientes en Campeche, Colima y Yucatán muestran la gravedad de la situación. Solo en 2023, más de 3,300 colmenas murieron en Hopelchén por intoxicación con fipronil, mientras que en Tecomán, Colima, se perdieron 968 colmenas en un solo episodio. En las comunidades mayas, algunos apiarios desaparecieron por completo tras fumigaciones agrícolas. La combinación de plaguicidas, pérdida de hábitat y cambio climático deja a las abejas en riesgo crítico.
Plaguicidas y hábitat: los grandes responsables de la desaparición de colmenas en México
Según El Economista, investigaciones recientes han detectado hasta nueve agroquímicos distintos en abejas muertas, muchos de ellos neurotóxicos. El fipronil y los neonicotinoides, como el imidacloprid y el thiamethoxam, destacan como los principales culpables. Estas sustancias están prohibidas en la Unión Europea, pero se aplican ampliamente en México en cultivos de soya, maíz y cítricos.
A esto se suma la deforestación acelerada, especialmente en la península de Yucatán, y fenómenos climáticos extremos que afectan la floración y el ciclo de los polinizadores. Sequías prolongadas y huracanes más intensos dificultan la supervivencia de las abejas, acelerando la desaparición de colmenas en México y dejando un impacto irreversible en los ecosistemas locales.
El valor económico y cultural de las abejas
Más del 85% de los cultivos mexicanos dependen de polinizadores. Según la Secretaría de Agricultura (Sader), el servicio que brindan las abejas equivale a 79,441 millones de pesos anuales, casi una quinta parte de la producción agrícola del país. Sin ellas, la seguridad alimentaria y la rentabilidad de los cultivos se ven seriamente comprometidas.
Además, en comunidades mayas, la apicultura y la meliponicultura son herencias culturales y espirituales. La desaparición de colmenas en México no solo amenaza la economía, sino también la identidad y el sustento de estas comunidades, que han cultivado la relación con las abejas durante generaciones.
Colima marca el rumbo: cárcel a quienes maten abejas
Colima se convirtió en pionera al aprobar la Ley de Agroecología, tipificando como delito la muerte masiva de abejas. La reforma al artículo 196 del Código Penal establece penas de dos a ocho años de prisión para quienes ocasionen mortandades con agroquímicos.
El diputado local Alfredo Álvarez Ramírez destaca la importancia de esta medida: “Si ellas desaparecen, desaparecemos nosotros. Son un aviso de que algo está pasando con el ambiente y estamos a tiempo de corregirlo”. La ley se construyó con dos años de foros y consultas ciudadanas, logrando reducir la mortandad en Colima en un 50% en el último año.
Un problema global, una oportunidad local
La crisis mexicana refleja una tendencia internacional. La ONU estima que el 35% de los polinizadores del planeta está en riesgo de extinción. En Brasil, se documentó la muerte de 500 millones de abejas en solo tres meses tras flexibilizarse el uso de agrotóxicos.
Colima busca convertirse en ejemplo, ofreciendo talleres de cadena de custodia y herramientas legales a apicultores y fiscales para sancionar a los responsables. “No se trata solo de una ley en papel, sino de que tenga efectos reales”, asegura Álvarez Ramírez, subrayando que proteger a las abejas es garantizar el futuro de la producción agrícola y la biodiversidad.
México se encuentra en un punto crítico: la desaparición de colmenas en México amenaza la seguridad alimentaria, la economía y la cultura de sus comunidades.
El ejemplo de Colima demuestra que es posible revertir esta tendencia con legislación, educación y responsabilidad compartida. Proteger a las abejas es proteger la vida, la identidad cultural y la sostenibilidad de los ecosistemas, recordándonos que el equilibrio entre humanidad y naturaleza nunca fue tan frágil ni tan urgente.
ExpokNews
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