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Durante el verano en México, las altas temperaturas y el aumento de la humedad favorecen la proliferación de enfermedades infecciosas, especialmente gastrointestinales. Las más comunes son la salmonelosis, la gastroenteritis y diarrea por bacterias o deshidratación que se propagan fácilmente a través del consumo de alimentos o agua contaminados. 

El calor acelera la descomposición de los alimentos, lo que incrementa el riesgo de intoxicaciones alimentarias, sobre todo en lugares con poca refrigeración o higiene deficiente.

 Niños menores de cinco años y adultos mayores son particularmente vulnerables a estas infecciones.

Otra categoría de enfermedades frecuentes en esta temporada son las relacionadas con el sistema respiratorio y la piel. 

En verano pueden surgir infecciones respiratorias agudas por cambios bruscos de temperatura entre espacios climatizados y el exterior. 

En cuanto a la piel, el calor y la sudoración excesiva pueden desencadenar dermatitis, quemaduras solares, brotes de acné, así como infecciones por hongos.

El Economista

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