Por Abel Barrera Hernández.- Antes de las seis de la mañana los militares llegaron a la calle Hidalgo 17, donde vivía mi bisabuela Eleazar Peralta. Tocaron y dijeron que querían hablar con Gloria Guerrero Gómez. Mi mamá tenía cuatro semanas de haber dado a luz a dos gemelitas. Por temor a que se metieran al cuarto, se levantó de la cama con dificultades y salió descalza. Los militares se la llevaron el 20 de septiembre de 1974, cuando yo tenía tres años.
María de Jesús Domínguez Guerrero, en medio de su pesar, reaviva la figura de su madre: alta, china, pelo corto, alegre y entonada. Con el asesinato de su papá se fueron a vivir a la casa de la bisabuela. El temor era muy grande porque 40 días antes, los militares habían detenido y desaparecido a Ángel de la Cruz Martínez, la nueva pareja de su mamá. Su bisabuela nunca imaginó que lo mismo harían con su nieta Gloria. Llorando gritaba a los militares: “Déjenla, cobardes, ¿Ella qué hizo para que se la lleven?” En esa mañana el Ejército detuvo a varias personas de Atoyac. Los llevaban amontonados en un vehículo militar. Algunas vecinas alcanzaron a ver el rostro de Gloria.
Mi tía Genara se dedicó a buscarla. Luchó hasta su muerte para saber el paradero de mi mamá. Participó con doña Rosario Ibarra en las marchas y en la huelga de hambre que hicieron en la Catedral de la Ciudad de México. En los 25 años que viví en Acapulco la acompañé a todos los centros de detención clandestina que tenían los policías y militares. En ese tiempo supe que a varias personas se las llevaron al Campo Militar número uno y a otras a Pie de la Cuesta. Fue cuando escuché que a muchos los tiraron al mar.
Cuando regresé a Atoyac me incorporé al colectivo de Estela Arroyo. Con ella hemos hecho protestas en Chilpancingo y en México para denunciar al Ejército, porque ellos detuvieron y desaparecieron a nuestros familiares. Hace tres semanas asistí a una reunión con personas que viajaron de la Ciudad de México. Llegamos más de 100 compañeras. Había de San Francisco del Tibor, de la Remonta, de San Vicente de Benítez, San Martín de las Flores, Salto Grande, Altos del Camarón, Mexcaltepec, Rincón de las Parotas, San Juan de las Flores y San Luis San Pedro, del municipio de Tecpan de Galeana.
A todos nos dieron un cartel doblado, decía “La Lista Apresa y los vuelos de la muerte”. Estela nos platicó hace meses que habían recibido en su correo una lista de 183 personas que habían tirado al mar. Nos dijo que había muchas personas de Atoyac. De nuestro colectivo aparecen 17 familiares y entre ellas está mi mamá.
La periodista Marcela Turati nos explicó que en la lista aparecen 174 hombres y nueve mujeres. Al revisarla no vi el nombre de mi mamá porque al frente sólo venían cuatro páginas, al doblar el cartel vi que en el viaje 22 estaba el nombre completo de mi mamá con la fecha de su desaparición, 20 de septiembre de 1974. Ella no tenía apodo, como los demás, porque mi mamá no era guerrillera, más bien la detuvieron por su pareja y su cuñado, que seguramente los soplones del pueblo, dijeron al Ejército que pertenecían a la guerrilla.
Ángel de la Cruz Martínez aparece en el primer viaje junto con siete compañeros más, entre ellos, Pablo Loza Patiño. Maximiliano Nava Martínez, comenta en la carta que viene en el cartel que vio en el cuartel de Atoyac a Rosendo Radilla, Pablo Loza y Austreberto García. Los tres aparecen en los vuelos de la muerte.
A Ángel de la Cruz lo desaparecen el 11 de agosto de 1974, aparece con el apodo de La Urraca. En la lista dice que lo detuvieron en Río Chiquito. Ahora sé que también detuvieron a Daniel de la Cruz Martínez, el cuñado de mi mamá, el 8 de agosto de 1974 en Atoyac, tres días antes que a Ángel. Lo apodaban Pascual. El texto explica que Daniel fue detenido el 7 de agosto con Abelardo Morales Gervacio. A los dos los vieron en el 27 Batallón de Infantería. Abelardo fue trasladado al Campo Militar número uno y Daniel fue visto por su esposa en septiembre, en un retén de la localidad de San Andrés, vestido de militar.
A los dos meses de su detención, en octubre, Daniel le envió un mensaje con un soldado, diciendo que estaba en Santa Martha, municipio de Tecpan, pero por falta de dinero y por miedo a que fuera una trampa su esposa no acudió a verlo. No era para menos, porque en ese tiempo el Ejército detenía a familias completas. Gracias a las compañeras investigadoras ahora sé que a Ángel lo metieron en el primer viaje, de acuerdo con la lista Apresa y que mi mamá Gloria Guerrero, viajó en el vuelo 22 junto con su cuñado Daniel de la Cruz y seis personas más. Me puse muy mal al saber lo que le hicieron a mi mamá. Pensé que encontraría, por lo menos sus restos. Pero lo que más me hace sufrir es saber que la hayan tirado al mar. No podré llorarle ni llevarle flores al fondo del mar.
La lista Apresa nos devela la geografía de la represión, las atrocidades cometidas por el Ejército, sus canalladas de lanzarlos al mar, de operar como Estado una estrategia de exterminio contra los luchadores sociales y sus familias. Cada historia condensa pesadillas que retumban en el mar. La llama de la esperanza no se apaga entre las mujeres amorosas que no se arredran ante la embestida militar que vuelve por sus fueros. Desde el fondo del mar la justicia florecerá.
Hola, déjenos un comentario