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La Navidad siempre llega con grandes expectativas depositadas en ella. Son las primeras grandes vacaciones desde el verano y gran parte de la población la recibe con los brazos abiertos. En cambio, frente a la idea que se vende en los anuncios y las películas, las Navidades no siempre nos ayudan a desconectar.

La percepción generalizada de que las fiestas navideñas suponen un periodo de descanso raramente se corresponde con la vivencia real, concluye la profesora ayudante de Ciencias Sociales y Políticas en Worcester Polytechnic Institute, Stacy Shaw, en un artículo publicado originalmente en The Conversation.

Lejos del descanso idílico que se suele publicitar en torno a estas fiestas, la realidad es que el cúmulo de obligaciones y tensiones propias de la época impide a muchos relajarse con eficacia. Según detalla Shaw, aunque el sueño es la forma más evidente de descanso, el bienestar humano requiere también de periodos de recuperación activa durante el día, que pueden incluir experiencias físicas, sociales y creativas alejadas de la mera pasividad.

La especialista ha subrayado que, en muchas ocasiones, la Navidad está relacionada con un caos que se manifiesta en un aumento del estrés económico, la ruptura de rutinas diarias, los desplazamientos y las dinámicas familiares complejas. En este sentido, los periodos de descanso y ocio de calidad resultan indispensables para amortiguar estos factores y favorecer la recuperación emocional.


El verdadero descanso se planifica

El descanso en estas fiestas navideñas exige algo más que tomarse un chocolate caliente, pues la clave está en programar de forma intencionada actividades de recuperación activa que nos recarguen de energía. Así, Shaw sostiene que un descanso efectivo debe ser anticipado y planificado.

Entre las alternativas figuran actividades tan variadas como salir a caminar al aire libre, cultivar la vida social, escuchar música o dedicarse a alguna afición creativa. Con frecuencia se perciben estas prácticas como meras distracciones, si bien la investigación científica demuestra que cumplen funciones decisivas para la salud mental.


Cómo lograr un descanso pleno en Navidad

Estudios recientes han comprobado que pasear por entornos naturales disminuye la activación cerebral asociada a la tristeza y a pensamientos recurrentes, y se vincula a menores niveles de ansiedad y estrés. También se ha comprobado que tocar el piano o realizar caligrafía puede reducir significativamente el cortisol, la hormona relacionada con el estrés. De hecho, las intervenciones más prometedoras frente a la depresión contemplan la participación en actividades placenteras de ocio.

Según expone Shaw en el artículo de The Conversation, una estrategia eficaz consiste en programar actividades gratificantes de descanso activo y llevarlas a cabo conforme a lo previsto. Numerosos estudios demuestran que planificar y disfrutar de actividades placenteras ayuda a disminuir los síntomas de depresión y ansiedad. Esto puede traducirse en reservar un momento tranquilo tras una tarde de compras, leer en un lugar apacible o salir a pasear después de abrir los regalos en lugar de pasar directamente a las tareas domésticas.


La culpa por el tiempo de ocio

Sin embargo, incluso cuando se cumplen estas pautas, la sensación de culpa vinculada al ocio puede aparecer. Shaw define la ‘culpa por el tiempo de ocio’ como una construcción psicológica que se expresa en forma de malestar al dedicar tiempo a actividades relajantes en vez de productivas, erosionando la satisfacción y neutralizando parte del efecto positivo del descanso sobre la salud mental.

Durante las fiestas, la culpa puede intensificarse por los cambios en la rutina, la reducción de las horas de luz, las variaciones de temperatura y las alteraciones de la dieta, factores que afectan al estado anímico y aumentan las exigencias sobre lo que se espera hacer en estas fechas.

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