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Aunque la conversación sobre la salud mental ha ganado espacio en los últimos años, aún persiste un profundo estigma en torno a ella. En muchos lugares, hablar de ansiedad o depresión sigue siendo un tabú. No obstante, este silencio impide que miles de personas busquen apoyo profesional y reciban un tratamiento oportuno que podría transformar su bienestar.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de personas viven con algún trastorno mental en el mundo. En México, según El Economista, tres de cada diez personas enfrentan problemas como ansiedad o depresión a lo largo de su vida, y más del 60% no recibe atención médica. Esta brecha revela no solo una crisis de salud pública, sino también una urgente necesidad de fortalecer la educación emocional y el acceso a servicios especializados.


Salud mental en México: una crisis silenciosa

El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estima que más de 3.6 millones de personas en el país viven con depresión y cerca del 19% padece ansiedad severa. Sin embargo, las cifras podrían ser aún mayores, considerando que muchas personas no buscan ayuda por miedo o desconocimiento. La falta de diagnóstico temprano y de programas de prevención convierte a la salud mental en México en un reto de gran magnitud para el sistema público.

En entrevista con El Economista, la escritora y activista Maureen Terán, fundadora de Es Tiempo de Hablar, advierte que reconocer un problema emocional o psicológico es un acto de valentía:

“Aceptar que algo no está bien es el primer paso para mejorar tu calidad de vida” 

Por otro lado, identificar cuándo la tristeza o el estrés cotidiano se transforman en un trastorno es esencial para evitar que interfieran con el trabajo, las relaciones o la motivación personal.

En este sentido, el papel de las empresas, escuelas y comunidades resulta fundamental. Promover espacios de escucha y campañas de sensibilización puede reducir los prejuicios que rodean la búsqueda de ayuda profesional. Además, la capacitación de líderes y colaboradores en temas de salud emocional fortalece la resiliencia organizacional y el sentido de pertenencia.

El reto no es solo aumentar el acceso a servicios, sino también normalizar las conversaciones sobre bienestar mental. Las estrategias empresariales de RSE pueden desempeñar un papel clave al integrar la salud mental en México dentro de sus políticas de cuidado y prevención.


El camino de aceptar y buscar ayuda

Reconocer que se necesita ayuda psicológica o psiquiátrica sigue siendo uno de los mayores obstáculos, comenta Terán: 

“A veces creemos que es algo pasajero, pero cuando el malestar interfiere con nuestras relaciones o nuestra tranquilidad, hay que actuar”.

 La especialista recuerda que acudir con un profesional no significa debilidad, sino responsabilidad personal y amor propio.

En México, los servicios públicos de atención mental suelen ser limitados o inaccesibles para amplios sectores de la población. Esto refuerza la importancia de crear redes de apoyo comunitarias, empresariales y familiares que alienten a las personas a buscar tratamiento. La intervención temprana reduce recaídas, mejora la productividad y previene consecuencias más graves.

Además, los entornos laborales tienen un papel decisivo. Un liderazgo empático, licencias médicas flexibles y programas de bienestar emocional pueden evitar el ausentismo y el desgaste profesional. Cada acción que impulse la salud mental en México repercute positivamente en la cohesión social y la sostenibilidad empresarial.

Hablar del tema con apertura permite desmontar los mitos que lo rodean y, al mismo tiempo, humanizar los espacios de trabajo. La prevención y el acompañamiento deben asumirse como pilares de la cultura corporativa y social.


Vivir con bipolaridad: una historia de aceptación

En 2007, Maureen Terán fue diagnosticada con trastorno bipolar tipo 1, una condición que se manifiesta, entre otras cosas, por alteraciones extremas del ánimo, periodos de insomnio y comportamientos impulsivos. “Pasé días sin dormir, con una energía desbordante, hasta que perdí noción de la realidad”, recuerda. Su caso refleja la complejidad de los trastornos mentales y la urgencia de diagnosticarlos a tiempo.

Durante años, Terán se resistió a aceptar su diagnóstico. “Pensaba que era algo temporal, que lo superaría sola”, relata. Tras varias crisis y hospitalizaciones, comprendió que el tratamiento psiquiátrico no era un castigo, sino una herramienta para recuperar el control de su vida. Desde entonces, ha vivido más de una década estable y con solo dos recaídas.

Su experiencia personal se ha convertido en un testimonio de esperanza y de activismo. A través de Es Tiempo de Hablar, promueve la educación emocional y combate el estigma que rodea los trastornos mentales. Historias como la suya muestran que con atención adecuada, información y apoyo social, es posible tener una vida plena.

La salud mental en México necesita más voces que inspiren y acompañen. Contar experiencias humanas ayuda a derribar estigmas y a entender que pedir ayuda es un acto de fuerza, no de debilidad.


El papel de las empresas y las instituciones

La falta de atención a la salud emocional tiene un impacto directo en la productividad, el clima laboral y la sostenibilidad organizacional. Las empresas que incorporan estrategias de bienestar psicológico reducen el ausentismo y mejoran la retención de talento. Invertir en programas de atención y sensibilización no solo protege a las personas, también fortalece la reputación corporativa.

Promover la salud mental debe entenderse como una responsabilidad compartida. Las instituciones públicas, privadas y civiles pueden crear alianzas para garantizar servicios accesibles y de calidad. De esta forma, se amplía el alcance del acompañamiento psicológico y se fomenta una cultura del autocuidado.

Además, incluir políticas de equilibrio vida-trabajo, pausas activas o asesoría emocional fortalece la salud integral de los colaboradores. Las empresas que entienden la relevancia de la salud mental en México no solo contribuyen al bienestar individual, sino también a un desarrollo más humano y sostenible.

En un país donde los trastornos mentales siguen siendo invisibilizados, la acción colectiva es la clave. La empatía, la educación y la inversión en programas de bienestar son los pilares para construir una sociedad emocionalmente más fuerte.


Romper el silencio para sanar

La salud mental no puede seguir siendo un tema secundario. Los datos revelan que millones de mexicanos enfrentan ansiedad, depresión u otros trastornos sin recibir atención adecuada. Romper el estigma implica generar una cultura de empatía, educación y acompañamiento desde todos los niveles: familiar, institucional y empresarial.

El compromiso por atender la salud mental en México debe trascender el discurso y traducirse en políticas públicas, recursos y acciones concretas. Solo así será posible construir un país en el que hablar de bienestar emocional sea sinónimo de fortaleza y no de vergüenza.

ExpokNews

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